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27/04/2021

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27/04/2021

La destrucción de la Amazonía probablemente esté relacionada con el cinturón de algas más grande del planeta, el mar de sargazo

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En los últimos siglos en el Atlántico los bancos flotantes de algas sargazo se han convertido en parte del panorama marítimo de la zona, se afirma que en la última década se han expandido, inundando distintas zonas con lechos de algas en descomposición, los estudios realizados por el Laboratorio de Oceanografía Física de Estuarios y Litorales de la Universidad Federal de Pernambuco indican que la deforestación, la minería ilegal y la contaminación agrícola son los principales factores del crecimiento del mar de sargazo y el surgimiento de nuevas concentraciones en distintas ubicaciones, gran porcentaje de los residuos tiene su origen en la selva de la Amazonía, la contaminación del río desemboca en el océano Atlántico y posteriormente es direccionado por las corrientes oceánicas al occidente y al norte. 

Las manchas de sargazo no son nada nuevo, su descubrimiento data alrededor de los años 1492 y 1504 al este de Estados Unidos y al norte de Cuba, sin embargo, en los últimos años, su crecimiento en cuanto a densidad y extensión se han convertido en algo preocupante, para 2018 se registró un mar de sargazo con una extensión de 9.000 kilómetros entre el Mar Caribe y la costa africana.

La investigación también señala que el principal culpable del crecimiento del Mar de Sargazo es la descarga de nutrientes y otros contaminantes en el Río Amazonas, específicamente por las actividades no sostenibles realizadas al noreste de Brasil, entre las cuales las más influyentes son la deforestación, que actualmente alcanza los 11.100 kilómetros cuadrados al año, la expansión de la producción de soya, maíz, caña de azúcar y café, y el uso de fertilizantes agrícolas, el cual ha aumentado un 67% entre el 2011 y el 2016, estas actividades causan erosiones y sedimentos que terminan en el río y eventualmente en el océano. 

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Gráfico de la Universidad Federal de Pernambuco, 2018.

Las preocupaciones de entidades ambientales y de salubridad se ha manifestado a través de estudios y advertencias, el sargazo es un tipo de alga que originalmente crecía únicamente alrededor de corales y rocas en el lecho marino, sin embargo ha llegado a adaptarse a las condiciones de su entorno, al día de hoy se ha descubierto que es producida en ríos y otras fuentes hídricas por los nutrientes que son desechados en estas zonas, especialmente requiere del nitrógeno y del oxígeno para subsistir, en Sudamérica el nitrógeno en los ríos proviene del estiércol y los desechos residuales, el sargazo es una macro alga invasiva y como muchas otras especies, nociva. El sargazo reduce la luz y el oxígeno del espacio en el que se encuentra, causando zonas afóticas, que evitan la fotosíntesis del resto de especies, pueden llegar a causar la muerte del coral o en casos más leves un daño casi permanente al mismo. En el caso de litorales y zonas turísticas, se advierte que las algas pueden causar infecciones y otras enfermedades peligrosas en el ser humano. 

Los medios e incluso instituciones internacionales apuntan que el aumento del sargazo refleja la poca acción de los gobiernos por detener la explotación de los recursos naturales en zonas primordiales para el planeta como lo es la selva amazónica. Actualmente la amenaza ha dejado de ser una preocupación local, para finales de febrero del año en curso se registró un aumento preocupante en el índice de mortalidad de la biodiversidad marina en Sudáfrica, tras las investigaciones pertinentes y la acumulación del alga en las playas, se afirmó que no podía tratarse de otro factor, pero del sargazo, las entidades ambientales sudafricanas han expresado abiertamente su consternación por las recientes situaciones y exigen que se encuentre una solución o se propongan acuerdos para garantizar la conservación y la protección de la biodiversidad marina.

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28/04/2021

Armamento explosivo en el Mar Báltico y en el Mar del Norte, no solo se ha detonado la preocupación de entidades ambientales

Greenpeace International 

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Para la Segunda Guerra Mundial el Mar Báltico y el Mar del Norte se habían convertido en el lugar para desechar enormes cantidades de bombas y granadas, sin embargo, el día de hoy la idea de que detonen es la menor de las preocupaciones para entidades medioambientales y prestadoras de salud en Noruega, Suecia, Alemania y Rusia. Pedazos de fósforo blanco han tomado posesión de litorales de los países que limitan con ambos mares, no se conocían realmente sus propiedades, por lo que inicialmente no representaban un peligro para la población, sin embargo, en los últimos meses, Noruega y Suecia han mostrado un incremento exponencial de pacientes con quemaduras a causa del ácido fosfórico, la cual es una sustancia química corrosiva producto de la mezcla de agua con fósforo inflamable, la tasa de casos nuevos de cáncer en Vest-agder, Aust-Agder e incluso Oslo ha aumentado en un 35% desde finales de Marzo del año en curso, como indica la Comisión Nacional de Salud de Noruega, los estudios apuntan que el compuesto se desprende del armamento en el fondo de ambos mares. “Después de la Segunda Guerra Mundial, Alemania debía de ser desarmada y para ello hubo que deshacerse de existencias de municiones lo más rápido posible”, explica Ingo Ludwichowski, director de la Unión para la Conservación de la Naturaleza y la Biodiversidad, por lo que la manera más económica y rápida fue cargar las municiones en barcos y verterlas en el mar, ahora hay cantidades gigantescas de armamento tanto en el Mar Báltico como en el Mar del Norte, solo en Alemania hay alrededor 1.6 millones de toneladas. Desde las investigaciones y los resultados de los efectos en la salud y en el medioambiente, el gobierno alemán había optado por detonarlas, sin embargo, para el 20 de Abril, la planeación sólo logró incrementar los peligros en el mar Báltico, parte de los explosivos de la zona se destruyeron durante la explosión, pese a ser reducida los residuos fueron arrastrados por las corrientes marinas y compuestos tóxicos procedentes de las bombas invadieron litorales principalmente en Suecia y Alemania, instituciones ambientales internacionales advierten que continuar con las detonaciones podría tener un impacto catastrófico en el medio ambiente, podría acabar con especies marinas e incluso submarinistas que se encuentren a unos pocos cientos de metros de la explosión, advierte Ludwichowski, incluso podría significar un gran daño auditivo en animales o persona que se encuentren a kilómetros de distancia, por otro lado, no se habrían reducido las toxinas o su impacto, estas seguirán presentes. 
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Y aun así el armamento no es la única amenaza a la que se enfrentan los países nórdicos hoy, parte del gas venenoso y granadas utilizados en la primera guerra mundial fueron vertidas en la cuenca de Bornholm. En el estrecho de Skagerrak, la parte del Mar del Norte entre Noruega, Suecia y Dinamarca se hundieron alrededor de 60 barcos cargados con armamento, situación que en la actualidad representa un gran riesgo para el medioambiente, las bombas están compuestas por metal, el material se deteriora especialmente en agua salada, los contenedores ya han liberado cantidades de desechos tóxicos que han sido arrastrados hasta distintos ecosistemas, se han encontrado niveles altos de concentración de arsénico en peces del Mar Báltico, por otro lado, el metal se desgasta y las partículas del explosivo se desprenden del 
siendo absorbidas por mejillones y otros mariscos de consumo humano, la solución planteada por especialistas es recuperar los desechos y deshacerse de ellos adecuadamente, con el tiempo no solo seguirán liberando toxinas, si se llegase a descomponer el contenedor metálico de los explosivos, encontrar las partículas y los desechos será prácticamente imposible, por lo que la limpieza se ha convertido en una carrera contra reloj.

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28/04/2021

El gobierno Japonés propone planes en Fukushima que vulneran los derechos humanos y violan la Ley Marítima Internacional

Greenpeace International 

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¿Cuál es la amenaza? El gabinete del primer ministro Suga anunció públicamente el pasado 12 de abril su decisión de verter alrededor de 1.23 millones de agua contaminada con desechos radiactivos que habían sido almacenados hasta el momento en la planta nuclear de Fukushima, Daiichi, en el Océano Pacifico, situación que vulnera los derechos humanos, los intereses de la población de Fukushima y de la región Asia-Pacifico. La decisión también permitirá a la planta de energía eléctrica de Tokio (TEPCO) derramar sus desechos radiactivos en el Océano Pacifico, se estimaba un periodo de dos años antes de que se comenzará la operación, sin embargo, el gobierno de Japón parece haber cambiado de planes.

¿Por qué el gobierno Japonés ha optado por la contaminación sobre los intereses sociales y las leyes internacionales? No es un secreto para la población que el gobierno ha optado por la forma más “económica” entre las opciones de manejo de residuos nucleares, pese a la evolución de la tecnología para minimizar el daño de la radiación mediante el almacenamiento y tratamiento del agua contaminada durante prolongados lapsos de tiempo, el gobierno de Japón ha priorizado la economía sobre la integridad del país y la población, el gobierno ha ignorado por completo los riesgos de la población y el espacio en los distintos distritos en Japón para el almacenamiento de agua durante los procesos de tratamiento. 

¿Cuál ha sido la reacción de la población? La población de Fukushima, los ciudadanos japoneses y las comunidades pesqueras reconocen el peligro que representan las decisiones del gobierno en contra del derecho a la vida digna, relatores especiales de los derechos humanos en la Organización de Naciones Unidas advirtieron en Junio del 2020 y nuevamente realizaron un llamado de atención en Marzo del año en curso que sus planes vulneran los derechos de los ciudadanos Japoneses y los países cercanos, incluyendo China y la península Coreana, y exigieron retrasar cualquier decisión o acción respecto a verter los desechos en el Océano Pacifico hasta que la crisis del COVID-19 haya culminado y se puedan realizar las consultorías y reuniones internacionales requeridas. Jennifer Morgan, directora internacional de Greenpeace resalta que la propuesta del gobierno viola las obligaciones legales del país bajo la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. Sin embargo, el gobierno japonés mostró su indiferencia a las advertencias y el dos de abril llevo a cabo el primer vertimiento de 300 toneladas de agua contaminada con tritio en el Océano Pacifico, para estudiar las reacciones y el impacto en la zona, durante las primeras semanas de monitoreo no se reconoció mayor peligro, sin embargo, las corrientes marinas en la zona permitieron el esparcimiento hasta la península coreana, y es hoy el día en el que se conocen sus consecuencias por intoxicación, el tritio en grandes cantidades puede llegar a ser nocivo y de alto riesgo para el ser humano por lo que el gobierno japonés no reportó un verdadero peligro, sin embargo, en pequeñas cantidades puede afectar tanto a la biodiversidad de la zona como al ser humano si llega a consumirlo en alimentos, aparte de ello el agua contenía tambien isotopos de Carbono 14, una sustancia radiactiva que modifica el ADN humano. Se conocieron sus consecuencias principalmente en la población de los países que mantienen relaciones económicas con Japon y Corea del Sur, entre estas la exportación y el intercambio de productos marítimos, se identificaron múltiples casos de intoxicación por monóxido de carbono en Estados Unidos, Noruega, India, Alemania y Suecia. La población exige que se reconozca el inconveniente y se actué de acuerdo a ella, las organizaciones ambientales internacionales advierten que Japon tendrá que responder respecto a la actual situación de salud y deberá analizar sus propuestas para deshacerse de los desechos radiactivos.  

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